El Recordatorio de Cada Natividad

Al crecer en las montañas del este de Tennessee y el suroeste de Virginia, específicamente en las Montañas Smoky, no me daba cuenta de cuánto mis alrededores eran codiciados por tantas personas que no vivían allí. Un amanecer impresionante sobre Whitetop Mountain era algo común. Ver la vida silvestre corriendo entre los colores vibrantes del otoño era solo parte de otro viaje a la escuela.

Luego comencé a conocer a personas que iban allí de vacaciones. Eso me dejó asombrado. No fue hasta que pensé en cómo algo tan magnífico se había normalizado en mi vida al punto de pasar por alto su belleza, que comencé a valorarlo y atesorarlo de verdad.

Mucho de nuestra fe puede desarrollarse de la misma manera, especialmente con la historia de la Navidad. La hemos escuchado innumerables veces. La hermosa estrella, los magos, el bebé en un pesebre, los ángeles… conocemos la historia de memoria.
Pero ¿y si nos hemos familiarizado tanto con algo que, en realidad, es sobrenatural y extraordinario? ¿Y si estamos pasando por alto la parte más asombrosa de todas?

Para mí, el peso de la encarnación era lo que había perdido entre tanta familiaridad con la historia. Esa es verdaderamente la belleza notable del relato: que Dios vino a ser hombre. Muchos de nosotros no nos damos cuenta de que esto es lo que hace que nuestra fe sea diferente a cualquier otra; esto es lo que hace que nuestra fe sea real.

La religión es el intento del hombre de llegar a Dios. Cada religión del mundo tiene un conjunto de normas o leyes que deben cumplirse para agradar a su dios. Su dios es inalcanzable e inaccesible.
Lo que muestra la historia de la Navidad es que nuestra fe no es una religión en absoluto. Es completamente diferente. Es la única historia en la que el hombre no tiene que intentar llegar a Dios, porque Dios eligió venir al hombre. Nuestro Dios no es inalcanzable ni inaccesible. Él vino a nosotros. Él está a la puerta y llama. Él nos busca y nos persigue, deseando que ninguno perezca.

Mi oración por ti en esta temporada navideña es que puedas familiarizarte —o volver a familiarizarte— con la extraordinaria y sobrenatural encarnación. Que con cada escena de natividad que veas, tu corazón recuerde que Dios eligió venir a ti. Que con cada villancico que cantes, te asombres ante el hecho de que eres tan amado que no tienes que abrirte camino hacia Dios. Y que con cada regalo que des o recibas, tú —y todos nosotros— recordemos que el don que celebramos en Navidad no es algo común o conocido, sino excepcional, transformador y verdaderamente increíble.

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The Reminder of Every Nativity